La trilogía que hoy se conoce bajo dicho nombre, de hecho comienza a formularse como tal en los últimos años de Val del Omar y como recapitulación de tres films rodados entre 1953 y 1961. Aunque el último seguía inacabado a su muerte, en 1982, y sólo fue completado póstumamente.
Describió el concepto y características de dicho Tríptico a Eugeni Bonet y José Manuel Palacio, comisarios del ciclo Cinéma d'avant-garde en Espagne: Une anthologie para el Musée Nationale d'Art Moderne integrado en el Centre Georges Pompidou de París.
En síntesis les habló de un tríptico concebido como una diagonal que cruza España, de occidente hacia oriente, tomando como motivo la correspondencia simbólica de los elementos de la tierra (o el aire, según otras interpretaciones), el fuego y el agua con otras tantas zonas o regiones de España: Galicia, Castilla y Andalucía (más precisamente su Granada natal). Premisas similares fueron objeto de diversas anotaciones de su puño y letra, tanteando incluso otras formalizaciones de los films originales.
Una de las particularidades del Tríptico es que Val del Omar pretendía que su proyección se sucediera en orden inverso al de las fechas de realización de los distintos ''elementales''. Otra es la intención que tenía de añadir una cuarta pieza –a partir de materiales que rodó y elaboró mucho después– que hiciera las veces de ''vórtice'' (prólogo o epílogo) de las demás, convirtiendo así el tríptico en tetralogía elemental.
Y, entre las consideraciones que apuntó para hacer del conjunto algo más que una mera suma de varias obras concebidas independientemente, se planteó otras alteraciones para imbricarlas entre sí. Por ejemplo, estirando unas y acelerando (o tal vez extractando) otras, tal como apuntó en sus cuadernos de notas.
Se ha dicho, por otra parte, que cada uno de estos elementales fue concebido a su vez como demostración de una técnica en particular: el sonido diafónico en Aguaespejo granadino y la tactilvisión en Fuego en Castilla, a las que sumaba cuando tenía ocasión el desbordamiento apanorámico. Dicho énfasis no está en cambio presente en Acariño galaico –su film más austero–, aunque reaparecería en otras tentativas posteriores respecto al formato Bi-Standard o al procedimiento de Palpicolor. [EB]
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